miércoles, 5 de febrero de 2020

A nosa caixa de suxestións

Xa temos na nosa biblioteca unha caixa de suxestións para que poidades deixar as vosas peticións ou recomendacións de lecturas, lecturas que poden ser en calquera lingua e en calquer formato (novela, poesía, teatro, manga, novela gráfica, banda deseñada...).
As voluntarias de biblioteca María Durán, María Pérez, Raquel Márquez e Sofía Durán foron as encargadas do deseño desta orixinal caixa que agarda impaciente as vosas propostas. 

martes, 4 de febrero de 2020

Relatos


Que historia che suxiren estas palabras? 

"En mi habitación, en el techo, hay una grieta enorme que parece un río."

Cal sería a mellor para ti das seguintes propostas?
 
En mi habitación, en el techo, hay una grieta enorme que parece un río. 
Siempre recurro a esta grieta cuando estoy aburrida, no puedo dormir o una preocupación me tiene atrapada. Todos tenemos algún punto del techo de nuestro cuarto en el que nuestros ojos se clavan cuando no hay nada mejor que hacer.
Para mí esta grieta es especial, casi mágica me atrevería a decir, porque el que sea la única cosa que no se mueve, que no cambia o no se vuelve contra mí, me da la seguridad de la que no dispongo habitualmente.
Esta grieta que representa un río desenfrenado y libre es el psicólogo más barato del mundo. Es gracioso que un error arquitectónico provocado por la humedad y la longevidad de la casa, se convierta en algo tan importante y que me facilita tanta tranquilidad y paz.
Alguna gente trata de relajarse asistiendo a clases de respiración o ingiriendo sustancias no del todo acertadas. Pero mientras la humanidad avanza en su complejidad, yo me pregunto: ¿y si la grieta tuviese forma de montaña, qué habría pasado?

Sara Pérez (4ºESO)


 
En mi habitación, en el techo, hay una grieta enorme que parece un río. 

No solo por la forma, sino porque cuando llueve mis muebles y juguetes se mojan y se humedecen; siempre la lluvia acaba rompiéndolos. Ese hecho es difícil que me importe ya, pero me molesta la lluvia que, furtivamente, se cuela en mi cuarto y empieza a azotar mi cara, me golpea, me golpea, con toda la fuerza que pueden llevar las gotas de agua que por la gravedad caen desde los cielos.
La lluvia es malvada, noto como solo viene a por mí. Me golpea, me golpea.Una señora que suele venir a casa a hacer que mi padre firme unos papeles con mi nombre habla conmigo, me pregunta qué tal voy en el cole, si tengo amigos..., yo respondo sinceramente que sí. Luego, también me suele preguntar que de dónde salen esos moratones, y yo respondo sincero: la lluvia, señora, la lluvia...
 

Pedro Pascual (4ºESO)


En mi habitación, en el techo, hay una grieta enorme que parece un río. 
En la pared hay un armario que parece un gran edificio de Nueva York, y en el suelo hay una alfombra marrón que me recuerda la arena de la playa. En la esquina hay una cama que me recuerda las tumbonas de la piscina de la casa de mi padre, y el color azul de las paredes me transporta a todos esos días de verano con mi madre. Y así, poco a poco, voy formando mi propio mundo, mis edificios, mi playa, mis días soleados, mi familia...
Llevo mucho tiempo aquí dentro. Entré hace un año y medio y no he sido capaz de volver a salir. Mi padre, mi madre, mi tía, mis amigos, han intentado sacarme, pero es imposible. A veces pienso que puedo salir, pero no quiero. No quiero enfrentarme con la realidad y con ese devastador paso del tiempo que, aunque no lo parezca, pasa demasiado rápido. Aquí dentro me he dado cuenta de ello.
Tengo 17 años, mañana cumplo 18, y no quiero dejar atrás la vida de niño. Quiero seguir creyendo en la Navidad y los Reyes Magos. Quiero seguir celebrando mi cumpleaños y recibir juguetes. Quiero seguir yendo al parque con mis padres todos los domingos. Quiero seguir comiendo chuches hasta que me duela la barriga, y oír a mi madre decirme: “¡Te lo dije!”
Me he dado cuenta de que estos 17 años han pasado volando y no los he aprovechado lo suficiente. Tarde o temprano tendré que salir de aquí, pero me da miedo enfrentarme a mi nueva vida.


Gloria Saavedra (4ºESO)


 En mi habitación, en el techo, hay una grieta enorme que parece un río. 
También hay una lámpara que parece un puente y pequeñas manchas que parecen árboles.
Cuando no puedo dormir me imagino historias en ese paisaje tan idílico, pero un día, cuando me levanté por la mañana, me vi envuelta en ese lugar fantástico plagado de naturaleza.
Empecé a explorar aquel universo paralelo y descubrí que no era como el mundo real, sino que allí había plantas y flores maravillosas que brillaban por la intensidad de su color. También había seres fantásticos de todas las formas que se puedan imaginar, desde elfos, duendes, hadas e incluso unicornios.
Intenté comunicarme con aquellos individuos pero poco tiempo me valió para darme cuenta de que no hablaban mi idioma. Pese a esto quise seguir investigando para conocer más aquel mundo que se extendía ante mí y que yo no lograba comprender.
En un momento observé a una criatura que me llamó especial atenció y decidí seguirla. Era como un hada de cuento, con la piel teñida de un rosa pálido que tenía destellos brillantes, con las alas de color turquesa y tonos plateados y el cabello de un castaño color avellana.
Cuando ella se detuvo observé un gran árbol cuyo tronco marrón oscuro y cuyas flores de un blanco puro idealizaban todavía más aquel paisaje de ensueño.
Después de transcurrir unos cuantos segundos, una inmensa cantidad de lo que parecían flores del árbol se convirtieron en hermosas hadas que dibujaban figuras en el cielo. Aquella fantasía me abrumaba, tanto que no sabía qué hacer, no sabía si quedarme a observar aquel increíble espectáculo o si huir de aquel mundo demasiado perfecto para ser seguro.
Esta duda no tardó mucho en resolverse, ya que enseguida advertí que todos aquellos seres no intuían mi presencia, yo era invisible para ellos.
Así, decidí quedarme observando hasta que se abrió una puerta delante de mí que intuí sería la vuelta a mi habitación y, como consecuencia, al mundo real.
Tras aquel despertar tan fantasioso nunca pude mirar con los mismos ojos aquella grieta del techo. Ahora siempre la recordaría como el mundo de las hadas y no como la causa de un terremoto que se llevó la vida de varias personas de mi pueblo.

Laura Da Costa (4ºESO)


En mi habitación, en el techo, hay una grieta enorme que parece un ríoy en la esquina de la pared un hueco muy pequeño, casi enano, que parece una ratonera. Esos son los lugares a los que suelo de acudir cuando me hago pequeño o cuando algunos problemas se me hacen muy grandes.
Para hacerme casi tan pequeño como un simple ratón de campo solo tengo que pensar en algo que desee mucho, y yo solo deseo salir de aquí, de estas cuatro paredes; sobre todo dejar la grieta, o el río, y el hueco, o la ratonera. Me han servido de mucha ayuda todos estos años que llevo aquí encerrado, pero ya es hora de un buen cambio. Estoy cansado de estar aquí solo, viendo por ese diminuto cristal cómo hay más como yo en sus habitaciones; ellos también me miran como yo los miro a ellos.
Todos los días cuando está amaneciendo, viene un hombre a ver cómo nos encontramos, pero siempre mira a través del cristal, creo que no se atrave a sacarnos, porque si lo hace correría el riesgo de que huyésemos y no volviésemos jamás.
Quiero un cambio, sí, pero no puedo huir, no dejo de ser un simple ratón que mira por un cristal sin poder hacer absolutamente nada por cambiar su vida gracias a la naturaleza que me dio este aspecto y con el que se me ha atribuido un cierto modo de vida que no va conmigo.

Uxía Iglesias (4ºESO)




O relato gañador para o alumnado que realizou a actividade foi o texto escrito por Enrique Rodríguez (4ºESO). Velaiquí está:
- En mi habitación, en el techo, hay una grieta enorme que parece un río.(Se cierra el telón). (Se vuelve a abrir el telón cuidadosamente 15 segundos y medio después, apareciendo el niño de antes pero cuatro años mayor).
- La grieta no sería un problema si estuviese en otra habitación, pero es que yo paso todo el tiempo aquí y la tengo que ver a diario.
(Se cierra el telón). (Se abre el telón pero esta vez 17 segundos después, y ahora el público puede distinguir al mismo niño recién cumplidos sus 18 años metido en la habitación).
- ¡De verdad que no soporto esta grieta! ¡Ojalá mis padres la hubieran arreglado hace tiempo!
(Se cierra el telón). (Se abre de nuevo, 22 segundos después, y se aprecia en el escenario a un hombre de 25 años que, sin embargo, sigue en la misma habitación).
- ¡Ya no puedo más, hasta aquí he llegado! ¡Mañana mismo cojo las herramientas y arreglo la dichosa grieta!
(Se cierra el telón). (Se abre otra vez, pero ahora más lentamente que en los anteriores actos, y se presentan en el escenario cuatro simples figuras: una grieta, la habitación en la que ésta se encuentra, un hombre de 52 años aún metido en el cuarto y una caja de herramientas llena de polvo y medio oxidada).
- ¡Maldita grieta! ¡Me has arruinado la vida! ¡Te juro que un día de estos te arreglaré de una vez por todas!
Y así, sin mayor cambio en cada acto que la edad del hombre y su ira en aumento, se repetirá una y otra vez esta escena con el mismo tipo de diálogo y argumento. La obra nunca cesará por sí sola, da igual si el hombre tiene que cavar su propia tumba y seguir maldiciendo la grieta debajo de una lápida: la acción solo acabará cuando el primer espectador se levante y reclame su dinero. No por aburrimiento ni por repetición, sino por haber visto su vida representada por un hombre que no dejaba de quejarse, pero nunca quiso ni cerrar la grieta ni salir de su habitación.